miércoles, 1 de diciembre de 2010

Un año sin Daniel...

El pasado 28 de noviembre se cumplió un año del fallecimiento del Dr. Daniel Pujó, en este año tan importante para el crecimiento del hockey en nuestro país quisiera recordarlo con un texto de él, recordando anécdotas del hockey.

HOCKEY : ANECDOTAS Y RECUERDOS

Desde 1946 hasta 1993 estuve inmerso en el hockey argentino, como jugador, capitán de equipos y dirigente.
  Nunca fui buen jugador ni de hockey ni de ningún otro deporte, excepto el tute cabrero, si puede ser considerado deporte.
  Pero en ese lapso hubo muchos episodios, recuerdos, anécdotas, que al evocarlas me hacen sonreir o lagrimear.
Aqui van:
              Una tarde de marzo de 1947, mientras el plantel de Pacific Railways Athletic Club practicaba hockey, yo esperaba un lugar para mostrar mis inhabilidades, cuando se me acerco un señor flaco y desgarbado, me habló en inglés, idioma del cual yo sabía poco o nada (como ahora).
   Azorado, recurrí al capitán general Frank Helkier, quien charló con el inglés y lo mandó a cambiarse.
    Al volver lo ubicó en uno de los dos equipos como número nueve ("centre-forward" se decía entonces)
  El inglés (se llamaba Pat Davies) hizo el "bully" eludió a tres o cuatro contrarios y marcó un gol.
  Vuelta al centro de la cancha, "bully", "dribling" y gol.
  La situación se repitió varias veces, ante los dos equipos estupefactos, después se supo que el inglés había aprendido hockey en la India; le quedo como apodo "Araña".
  El equipo de Pacific no era menospreciable en 1947,48,49.
  Incluía a Pablo Bremer (Polito), Wray Middleton, Mario Grater, Alfredo Whittelow (pingüino), Alberto Anderson (Baby), Oscar Arata (creo que era el único de familia latina en el elenco), George Holland Downes, excelente jugador y un ser humano excepcional.
  Downes ha sido sin duda el hombre más caballero y bondadoso que  he conocido en mi vida, no solo en el deporte, sino en mis estudios y en el trabajo.
 Hoy al recordarlo, lo veo como rodeado de un halo de bondad y cortesía.
 En 1947 y 1948 jugue dos o tras partidos en intermedia, que junto a la primera eran los dos únicos "teams" de caballeros de Pacific.
  Pero yo quería jugar, aún conciente de que era un tronco.
  Con el o.k. de la subcomisión, organice para el "seven-a-side" de 1948, una segunda división.
  Reclute novatos: Héctor Molfino (Tole), Jorge Perazzo, Billy Perkins, John Larkham, Horacio Sherrard (Palito), etc.
   Los dioses fueron implacables: tres días antes del "seven", enfermé y me exigían reposo.
   Se formó a toda prisa un equipo con Bertie Stein (rugbier) y otros, mientras yo maldecía en la cama y mis reclutas al costado de la cancha.
  1949. Conseguí formar, uniendo a los ya nombrados nuevos jugadores, una segunda.
  En el partido contra Círculo Universitario de Quilmes hice el primer y último gol de mi vida.
 Uno de los jugadores de "mi" equipo hacía de árbitro los sábados en los cotejos de damas y en una oportunidad expulsó a una jugadora.
  Las cartas de lectores en los diarios ingleses son de antología.
  ¡Primera vez que se echaba a una dama de hockey en la Argentina!
1951 fue un año de sorpresas. Vinieron al Club, Roberto Anderson, (hermano de Baby), Oscar Vicenti, ambos del club  Mitre, Bruno Barrionuevo y Ricardo Fox, los dos de Buenos Aires Hockey Club, quese disolvió.
El caso de Barrionuevo es inédito: antes arquero de la primera de fútbol de Huracán, jugó de arquero de hockey en BAHC y después en nuestro club.
 Tambien vino al club Jorge Wilson, procedente de Gimnasia.
Cuando la segunda jugó con su similar de Mitre, nos acompaño un ex-jugador del club  Jack Hoyes, que se encotró con un ex-Mitre, Santiago  Neilan.
  Neilan contó que en Rosario se estaba formando una liga femenina y que el club de Gimnasia y Esgrima de esa ciudad tenía un equipo masculino.
  De inmediato empezamos a planear un viaje.
  El club nos dió permiso y la Asociación me citó para hablar con la subcomisión de Promoción, integrada por Alberto Kenny (ex Hurling) y Patricio Gramática, el mejor árbitro del momento.
Fuí con un miedo terrible, pero dijeron que si.
Los rosarinos accedieron a recibirnos, y nosotros localizamos un hotel cercano a la estación de ferrocarril.
  Llegamos a Rosario por la noche y los muchachos rosarinos se rieron como locos al saber que el hotel elegido: ahora funcionaba como hotel alojamiento.
Nos llevaron a otro hotel "Hotel".
Uno de los jugadores  nuestros sentía pesadez de estómago y se tragó un antiácido entero y tras él un vaso de agua.
Bueno: escupió agua con burbujas un buen rato.
Ganamos los dos partidos con G.E.R:, con bastante dificultad, bailamos con los rosarinos y tomamos bastante cerveza.
Intentamos un contacto con el club inglés de Rosario, que antes había tenido  un equipo masculino.
Con otro compinche, fuimos a una reunión con un muchacho inglés; eran las 10 de la mañana y el local ofreció "Gin-Tonic?" Yo asentí y el anfitrión miró a mi compinche y preguntó "two glasses?" -Mi "coequiper" le contestó: "No, solamente Gin Tonic".
Dejemos caer el telón compasivo sobre la cara del inglés.
1951 fue también el año de las broncas. Yo llegaba al club y el capitán de intermedia me decía: "Hoy te saco a fulano, mengano, etc".
  Y yo despotricaba y gritaba y jugaba con uno o dos menos.
  Fue Wray Middleton quien encontró la solución: me aconsejó reunir e instruir a los chicos de sexto grado (hoy sería séptimo) de Villa Devoto School, que ya en su colegio recibían nociones de hockey.
¡Y que Chicos Junté!
  Héctor Cohen, un  arquerito notable a los 12 años.
  Martin King Prime, sutil, Manuel Terracini, irónico, Rex Pryce Jones, un caballero perfecto a los 12 años, Alister y Donald Mc Gibbon, Ronald Bremer, Edmundo Camaly, Néstor Raffo, Jorge Dartiguelongue y su hermano Carlos, un hombre cabal, hacían sus jugadas como si les fuera la vida en ella.
Ralph Green merece un párrafo aparte; por olvido no lo invité a la primera práctica. En cuanto se dio cuenta fue a casa de Mario Grater, a la sazón miembro de la subcomisión de hockey para protestar, Mario me telefoneó y se aclaró el equivoco.
En ese tiempo,  Mario Grater descubrió en José C. Paz un grupo de adolescentes que jugaban al hockey con ramas de árbol y enseguida se los llevó al Club.
En 1954 después de un asado de veteranos, un inglés llamado Lancelot, se fue a duchar y cuando se quiso vestir no encntró sus ropas y no tuvo mejor idea que ir a buscarlas al comedor, descalzo y cubriendo sus partes pudorosas con una toallita anudada a la cintura.
Algún chistoso deshizo el precario nudo y Lancelot se encontró en traje de Adán en el centro del comedor.
1966 fue un año de conflictos personales mios (n de r: el Dr. Pujó fue becado en Estados Unidos, y tuvo que regresar por enfermedad de su padre), que me sumieron en una gran depresión.
Palito Sherrard que coordinaba el trabajo con menores del club, me salvó al pedirme que lo ayudara.
En 1968 fuí electo vocal suplente de la Asociación Argentina. Mi tarea específica era todo lo relacionado con menores y dar alguna mano en la subcomisión de campeonato, cuyo titular no podía pronunciar "partidos" y le salia "paridos".
Le hicieron tantas bromas, que solamente hablaba de "cotejos".
En cuanto a los menores tuve suerte de contar con la ayuda de Marta Sherrard, esposa de palito, que así comenzó su tesonera y prolongada labor, que tantos frutos ha dado para el hockey.
Con los juveniles hicimos dos combinados de 16 chicos cada uno, para hacer a fin de año una exhibición en Córdoba.
 Los chicos publicaron un boletín llamado Noti-Hockey, que permitió juntar algunos fondos para comprar dos juegos de camisas y medias.
Las instrucciones para el viaje  fueron severas: correcto vocabulario, pelo corto y prohibición total de fumar.
Al oírme uno de los chicos se rió y dijo: "Usted nos pide pelo corto por que ya no puede usarlo largo", carcajada general a mi costa.
Ya alojados en un lindo hotel en Carlos Paz, al hacer mi visita de rutina, en una habitación,  los cajones de cuya mesa de luz, estaban abiertos vi un atado de cigarrillos y antes de que pudiera decir algo, uno de los ocupantes del cuarto me dijo: "Seguramente los olvido el pasajero anterior" con lo que se salvaron del reto y tuve que reírme con ellos.
Se hicieron los dos partidos de exhibición programados y la sorpresa fue que en Córdoba había además varios equipos femeninos, uno de caballeros contra el cual se jugaron dos partidos.
En el hotel se alojaba un equipo de chicas juveniles de Buenos Aires, y tanto ellas como los varones querían bailar, pero la jefa de la delegación femenina se negó rotundamente a permitirlo.
Resultando: chicas y chicos se pusieron a jugar a las cartas; por supuesto, en parejas mixtas ante los ojos furibundos de la señora jefa.
En 1970 reunión de todo el plantel en Sociedad Alemana de Gimnasia; los cuatro "piolas" del equipo, tomaron de "punto" a un chico muy apocado.
Las bromas subieron de tono y un día le embarraron la ropa deportiva al pobre "punto".
En cuanto me enteré condené a los "piolas" a lavar la ropa de la victima.
Fue un lindo espectáculo verlos en la faena, y oír a uno de ellos, que después fue un eximio jugador, cantar: "Muchachos rompimos la bandera".
Este año, las finanzas de la Asociación permitieron hacer un viaje a Chile. El tesorero de la A.A.A.H. presidia la delegación que me incluía como jefe de equipo, a un árbitro, a un entrenador y 16 jugadores juveniles.
Como el plantel tenía en ese momentos treinta jugadores, dos entrenadores y yo hicimos la selección. Hubo muchas caras tristes, pero el límite de 16 jugadores no podía excederse.
Hice algunas reuniones para explicar algunos aspectos de la vida chilena. Sobre todo hice énfasis en que evitaran la palabra "pico" que en Chile significa "pene" .
Apenas desembarcados, la primera pregunta de Fulano a Mangano fue: "Mengano ¿que hora es? Fulano le repondió "las once  y pico".
Los chicos hicieron preguntas de esta índole: En Chile ¿ahora es invierno o verano?
Como cada uno se alojaba en casa de chico chileno, era muy difícil cotrolar las salidas nocturnas.
Luz Belito, que tenía cara de ángel, vio una prostituta junto a un farol y se le acercó seguido de toda la horda. La mujer, cuando lo tuvo a tiro, saco una sevillana, la abrió, y se la colocó delante de la garganta.
Luz Belito huyó a 100 km por hora. A la mañana siguiente cuando me hizo el relato, todavía le temblaba la voz.
Los chilenos nos llevaron una tarde  un cerro nevado donde se podía esquiar.
Mientras yo charlaba con  mi anfitriona,  Lucifer, gritando, me ordenaba: "No hable con esa vieja y ayúdeme a conseguir unos esquis".
Cuando mi anfitriona lo indicó, emprendimos el descanso, pero el entrenador, sin avisar, se quedo con un chileno de su edad, para esquiar un rato más, inexperto como era, y con la nieve ablandada por tanto pisotear, se quebró una pierna.
¡Horror! El presidente de la delegaciòn había regresado esa mañana dejandome dinero para emergencias, no suficiente para pagar radiografías y yeso.
Tuve que pedir "guita" a los chicos y poner de la mía: no alcanzaba.
Me vi obligado a pedir prestado a los chilenos.
El año siguiente 1971, comenzó con un torneo para juveniles e infantiles de ambos sexos, para juntar fondos.
Para un partido descisivo de juvenilesde damas (San Martín - Mitre), designe a un árbitro de 14 años, que me había impresionado por su seriedad y firmeza.
El entrenador de San Martín me quería comer: " Me pusiste un árbitro de Mitre", "Nos va a bombear".
El adolescente arbitro arbitró como siempre, es decir como los dioses.
Al concluir el partido el entrenador se acercó para disculparse.
El árbitro era y es Eduardo Ruiz. Lo vi años después consagrarse árbitro internacional.
Siempre serio, de una elevada moral no común en los adolescentes y los jóvenes, es actualmente, a los 45 años un médico de prestigio.
En  julio, hicimos un viaje a Rosario,  para intentar restablecer el hockey masculino que se había disuelto.
Además del plantel de unos 30 juveniles, lleve como invitados a dos infantiles que prometían, ambos integaron el seleccionado argentino,  Horacio Raguso y Marcelo Mascheroni.
A los partidos de exhibición se acercaron algunos veteranos y dos adolescentes que deseaban empezar, uno de ellos Ernesto Morlan.
Para 1972 nos toco un viaje a Comodoro Rivadavia, Trelew y Gaiman. Yo viaje con 14 juveniles. En un diario de la zona salió un comentario irónico: "cosa rara que vengan con un solo dirigente".
Me aclararon que en un torneo de otro deporte habian tenido delegaciones con mas dirigentes que jugadores.
1973 fue un año de intensa actividad. Con los juveniles viajamos otr vez a Chile. Por razones económicas fuimos en tren a Mendoza, pernoctamos una noche alli, y al día siguiente jugamos un partido con los mendocinos y a la noche volamos a Santiago.
Los juveniles tenían muy claro que deseaban hacer en  Chile, aparte del hockey.
Comisionaron a P.Z. que compró para los 16 jugadores 144 preservativos! O sea 9 por barba.
Otro "genio" cuando visitamos Viña del Mar, encontró en un pozo una enorme estrella de mar , la saco y luego la guardo en la valija.
Días después al regresar al hogar, su mamá tuvo que tirarla, junto con la ropa y la valija., por el olor nauseabundo.
Para septiembre, estaba la visita del seleccionado de la India; Ovidio Sodor y yo organizamos un equipo de menores de 21 años, para enfrentar a los hindues en Córdoba.
La visita fue memorable y dejó una marca indeleble en Buenos Aires, Rosario y Córdoba.
Al año siguiente, forme otro equipo con juveniles recién subidos de infantiles y confié la dirección técnica a dos juveniles "grandes", Jorge Regueiro y Jorge Ruiz, que cumplieron su función en forma impecable.
Los grandes jugaron en Mar del Plata y allí jugaron muy bien.
En el almuerzo del día del día del regreso, se hicieron presentes el presidente de la Asociación Marplatense y otros dirigentes.
Entre el protocolo y las despedidas pague la cuenta sin controlarla.
Ya en el tren saqué la boleta del almuerzo y la revisé: figuraban entre los postres, dos wiskys con helado. Ningún adulto los había pedido, me constituí en Tribunal Supremo y los delincuentes confesaron.¡Uno tenía 15 y el otro 16 años!
Con los juveniles chicos fuimos a Córdoba donde jugaron muy bien. Al regresar, copó el tren la hinchada de fútbol de un club rosarino , los chicos temblaban y yo tambien, hasta que la policía los bajo en Villa María.
El tesorero de la Asociación Dr. Néstor Castelli, me  sugirió organizar en 1975 un "jamboree"que en el basket usaba mucho.
Es decir que el equipo rojo tenía jugadores de Buenos Aires,  Rosario, y Córdoba, lo mismo el azul, el verde, etc.
Un procedimiento análogo se hizo con los varones.
El encuentro se hizo en el Colegio San Jorge, en Quilmes, con magnificas instalaciones. Las chicas se alojaban en un pabellón y en otro enfrente los varones.
Luego de cenar, a las 21, todos se retiraban al lugar correspondiente, y a las 22 era hora de silencio.
Pero las niñas tenían en ese lapso, con las ventanas abiertas y luces encendidas, el entretenimiento de saltar de cama en cama, vestidas con corpiño y bombacha, cantando a voz en cuello.
Los varones enfrente miraban y miraban.
Las señoras encargadas de las niñas no podían contenerlas y me mandaron a buscar. Rodeado de adolescentes en bombacha y corpiño las reprendí. La respuesta  fue: "hasta las 22 no tenemos que hacer silencio".
El Colegio San Jorge, internado de varones, mantenia la tradición inglesa de hacer practicar a sus alumnos fúbol, rugby hockey y por supuesto cricket.
 En el seven intercolegial de 1975 el campeonato para juveniles lo ganó el equipo de San Jorge.
Su entrenador, Harry Deelman, profesor de matemáticas y hockey me dijo que regresaba a Inglaterra. En el acto le propuse que viajara con el equipo de su nuevo colegio St. Edward´s, de Birmingham a Buenos Aires, lo que se concretó meses después.
Alojamos a los ingleses en casas de familia. Los Pérez que tenían 2 hijos jugadores de hockey, se ofrecieron para alojar a un inglesito.
Una hora después de llegado, recibí un  llamado desesperado de los Pérez, en su familia nadie hablaba ni una pizca de inglés y se tuvieronque entender por señas.
 El seleccionado "Junior" o menores de 21 años, bajo la firme dirección de Osvaldo Monti, se preparaba para las dos visitas anunciadas para 1977 (el seleccionado mayor de España y el "team" de Indian Airlines) y para el primer Campeonato Panamericano de menores de 21 años a efectuarse en Méjico en 1978.
Tuvo un desempeño notable.
El viaje a Méjico fue precedido por el Mundial de Caballeros donde el equipo nacional tuvo un desempeño discreto, pero permitió mostrar la eficiencia del presidente de la Asociación, Roberto Colaneri y del grupo de trabajo activo, José Mortarini y Carlos Lang.
Los juniors se preparaban con seriedad. La parte física la condujo el profesor Hugo Ipes, sin cobrar un centavo.
Monti actuó con eficiencia y seriedad, separó del equipo a un arquero de su propio club por incumplimiento.
El viaje fue duro, por hacer economía, volamos de Ezeiza a Rio, Allí esperamos tres horas, para volar en un Jumbo hasta  Caracas, nueva espera para volar hasta Guatemala, y; ¡por fin! vuelo a Méjico.
El alojamiento era mediocre, compartimos una cuadra con los chilenos.
La altura se sentía y las diferencias idiomáticas nos causaban gracia: los clavos eran alli, "pijas", los gorritos con visera, "cachuchas", el dulce de leche "dulce de cajeta".
Los muchachos jugaron muy bien y salieron campeones.
Se había arreglado, pagando a escote, que al concluir el torneo iríamos tres días a Miami.
Llegados a esa ciudad, dejé a la delegación esperando en el hall mientras yo arreglaba los pasajes de regreso a Buenos Aires.
Concluí mi asunto y cuando regresaba al hall, los micrófonos llamaban a uno de mis jugadores, que se presentara con urgencia en un negocio.
Lo acompañe y el llamado se  debía a que el muchacho había comprado algún aparato para tener más descuento. Arreglado el problema volvimos al hall y el jugador me pidió que no comentara nada, pues teniía la fama de pichulear tanto que lo habían apodado "el fenicio".
Fuimos al hotel,  arregle la cena para todos, y  me fui a duchar.
Estaba en lo mejor cuando Y.L. entró como una tromba: "Fulano se desmayó""venga rápido".
Medio mojado, medio vestido fui al cuarto de fulano y casi enseguida llegó un paramédico que lo revisó y me preguntó "¿pueden pagar?"
Respuesta afirmativa y en una ambulancia nos trasladamos a un hospital. Yo iba adelante con el chofer, quien recibía instrucciones por radio: "Tomar tal calle, con poco tráfico", "Doblar en la Avenida". Yo escuchaba, estupefacto, Miami estaba desierto.
Al llegar al hospitalme asusté en serio: no menos de treinta personas con guardapolvo de distintos colores nos esperaban. ¿Tendría fondos suficientes para pagar esto?.
Los uniformados pasaron uno tras otro y al ver que no revestía gravedad se alejaban.
Al fin, un médico y dos camilleros lo introdujeron en la guardia.
Tras una nueva revisación, recetaron una medicación.
En la administración una empleada negra de muy lindo cuerpo, atormentaba a otro integrante de la delegación, que había acompañado al enfermo y hablaba un inglés perfecto, con giros de argot, para divertirse, nomás.
Pagué: diez dólares de hospital. Fuimos a la farmacia y compré el remedio: cinco dólares.
La farmaceutica, hablaba inglés y español correctamente, pero no pude menos que preguntar su nacionalidad por su aspecto. La respuesta fue: "soy americana, mi madre era española y mi padre chino".
Al día siguiente el plantel viajó a Orlando y yo me quedé en Miami, con Monti y el enfermo.
El tercer día volamos a medianoche a casa y festejamos  los 20 años de Sebastián Meza. Nos hicieron varias y entusiastas recepciones.
El salir Campeones Panamericanos, clasificó al equipo para el Primer Mundial Juvenil, a efecturse en París en 1979.
Hubo cambios inevitables, por pasar de edad algunos muchachos y por razones técnicas en otras.
Viajamos a Madrid, para seguir a Barcelona, donde nos quedaríamos una semana para practicar con equipos españoles.
Ya en Madrid tuvimos el primer disgusto: faltaba el equipaje de M.R., que tampoco apareció en Barcelona.
La Federación española nos alojó en un hotel mediocre y enseguida salí con M.R. para comprarle algo de ropa.
Las prácticas incluyeron algunos partidos con el equipo homólogo español, cuyo entrenador (no español) hacia comentarios hirientes; cuando ganaban nuestros muchachos gritaba :"dejen ganar a los argentinos" y a la inversa cuando España llevaba la delantera, aullaba "esto no es fútbol".
En síntesis un individuo desagradable.
Concluida esa semana, volamos a París.
El equipo estaba  muy tensionado por que no salían las cosas como los jugadores deseaban.
De todos modos el equipo clasifico sexto: la mejor posición obtenida hasta entonces por el sector masculino de nuestro país en un torneo mundial.
En 1985 fui electo Secretario General de la por fin constituída Confederación Argentina.
En 1988 orgnicé un Combinado Juvenil del interior, con Sergio Abdala y Carlos Rozas, ambos del interio, como técnicos.
Este equipo, que mereció los elogios de César Blanco, el gran dirigente rosarino, tuvo corta vida, pues en 1989 me enfermé y tuve poco tiempo para ocuparme de ellos.
A fines de 1991, en una reunión de la Confederación un componente del consejo me recriminó formar equipos con jugadores formados y olvidar a las asociaciones más débiles.
Picado en mi amor propio formé un combinado que reuní varias veces en 1992 y por última vez en febrero de 1993.
Aunque quise mucho a los distintos jugadores, de este último plantel guardo un recuerdo muy tierno.
Los entrenadores, Julián Barceló, y después Carlos Cirimello fueron muy eficientes, sólidos.
Por los jugadores tengo un cariño que durará todo el tiempo que viva, Germán Montes de Oca, perfecto caballero, José Gerez, alegre e ingenioso, pilar de unión del plantel, Uriel Bruno, centrado y buen chico, Nelson Haro, eficaz, trabajador con infantiles en Tucumán, Maximiliano Scala, correcto y bueno y otros que no recuerdo ahora.
En 1993 se terminó mi madato y con ello mi recuerdo. Quise hacer mucho e hice muy poco.
Pero quiero, al menos, dar mis gracias a los juveniles de "cuarenta" que me apoyaron y ayudaron sin retaceos a Carlos Lang, Enrique Rommel, Oscar Cremante, Beba López Alonso, Gerardo Asrín y algunos, muchos más.
Y muy especialmente a mi esposa Marta que me sostuvo en las horas de desaliento y me estimuló hasta su último día.


No tengo nada que agregar, los que amamos este deporte solo te decimos ¡Gracias Daniel!